El tono alicaído de la escena se prolongará durante gran parte de la película, que propone un aciago retrato de un grupo de jóvenes que miran al futuro sin demasiada esperanza. Aunque As Neves regala al espectador un indicio de la jovialidad natural de sus protagonistas, que celebran el carnaval consumiendo unas setas alucinógenas.

Méndez y su directora de fotografía, Lucía C. Pan, capturan la energía desbordante de una comunidad en la que destaca el peso de la sororidad femenina. Sin embargo, el alborozo se ve interrumpido bruscamente cuando Manu (David Rodríguez Fernández) recibe en su móvil un vídeo en el que su novia, Paula (Antía Mariño), aparece besándose con otra chica.

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Para dar cuenta de las ilusiones de sus jóvenes protagonistas, Méndez –que ya había mostrado su carácter inconformista al dirigir A poeta analfabeta (2020), un documental sobre la activista feminista Luz Fandiño– se sitúa en los aledaños de la heterodoxia fílmica. De hecho, As Neves podría caracterizarse por sus semejanzas estilísticas con varias obras de referencia del conocido como Nuevo Cine Gallego.

El compromiso realista del filme, que aflora con fuerza en los planos de seguimiento de los personajes, trae a la memoria la reciente Matria (2023), del también vigués Álvaro Gago. Luego, la relevancia que Méndez otorga a la dimensión física y atmosférica del relato hace pensar en la labor tanto de Jaione Camborda como de Anxos Fazáns, autora de aquella otra crónica generacional titulada A estación violenta (2017).

Más allá de su vinculación con otros cineastas, cabe destacar la singularidad del trabajo de Méndez, que radica, por ejemplo, en su aproximación al imaginario de la juventud actual, condicionado por las imágenes procedentes de dispositivos móviles (un recurso que As Neves no puede esquivar en su estudio de la problemática del ciberacoso).

También merece un reconocimiento la capacidad de Méndez para empatizar con sus personajes, sobre todo con las contradicciones de Erea (Andrea Varela), quien se debate entre su amistad con Manu y Paula mientras lamenta la misteriosa desaparición de esta última.

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El problema es que, en su empeño por evidenciar el estancamiento existencial de sus protagonistas, As Neves acaba derivando en una cierta estasis narrativa. Una parálisis hasta cierto punto razonable si se tiene en cuenta que la vida de estos jóvenes aparece lastrada por la ausencia de estímulos laborales, el conservadurismo de la sociedad y la cara más alienante de las interacciones en la esfera digital.

Así, navegando entre la afinidad con sus personajes y la censura de algunos comportamientos, As Neves acaba perfilando un drama tocado por la frustración, la culpa y la búsqueda de redención.